
Los tejos (Taxus) son un género de árbol conífero de la familia Taxaceae, con tendencia a buscar terrenos calizos en zonas montañosas, con ambientes frescos y húmedos, por ello no es muy común verlos en planicies y mucho menos en ambientes urbanos.
Llegan a alcanzar 20 metros de altura, aunque con frecuencia se desarrolla de manera desigual. El tronco es grueso y con una corteza delgada de tiras pequeñas de color pardo rojizo o grisáceo, alcanzando diámetros de 1,5 metros, su copa es piramidal con abundantes ramas que salen del tronco en sentido horizontal.
Son muy longevos, pudiendo superar los 1.500 años de vida. Su madera es muy dura, de grano fino y apretado, lo que la hace muy apta para ebanistería y talla, aunque la escasez de piezas de suficiente grosor, debido a su crecimiento muy lento, limita su uso. Durante la Edad Media fue muy utilizado en las Islas Británicas para la elaboración del arco largo, utilizado en las guerras, por su resistencia y flexibilidad, hecho que produjo su casi extinción en ese ámbito geográfico.
Los pueblos celtas veneraban al tejo dado que formaba parte de algunos de sus rituales al ser considerado un árbol sagrado, probablemente debido a la extraordinaria longevidad de la planta, que la hace parecer inmortal.
Su longevidad, a la par que su follaje perenne, hacían de él un símbolo de vida eterna que cuadraba a la perfección en los camposantos; y así fue costumbre el plantarlo a la vera de los grandes monumentos e iglesias, para que hubiera un testigo vivo de tanta gloria pasajera.
A la sombra de los tejos, dicen que no hay mosquitos, por el carácter venenoso de sus hojas.
En Madrid, los tejos han sido declarados especie protegida y se encuentran, no sin dificultad, diseminados por los barrancos umbríos y vaguadas de Somosierra, Montejo, Miraflores, Pedriza, Canencia y valle de la Fuenfría. Raramente forman bosquetes, siendo lo común encontrar a los ejemplares aislados.
Pero quizá el único grupo que merece el nombre de tejeda es éste que jalona el curso del arroyo Barondillo o Valhondillo, en la ladera nororiental de Cabezas de Hierro, cerca de las primeras fuentes del Lozoya, que aquí se llama aún Angostura.
El tejo de la foto, llamado el Abuelo, tiene entre 1500 y 1800 años, un tronco hueco de unos 3 metros de diámetro, goza de buena salud y se le han realizado sucesivas podas de ramas enfermas. Tiene una altura de 8 metros, una copa de 15 metros de anchura y 9,10 metros de perímetro de tronco. Su ubicación en la cara norte de la montaña, en un denso bosque de pino silvestre y en una zona bastante recóndita son factores que han beneficiado su extraordinaria longevidad. Este árbol es el más viejo de un conjunto de tejos milenarios y centenarios de gran porte que se distribuyen en su entorno cercano.
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Texto aportado por Paco Nieto